Duarte-Yunes: ¿tres años de impunidad?

Opinion Estatal

Por Gaudencio García R.

 

En la primera semana de julio Cuitláhuac García Jiménez cumplió tres años de haber expulsado a los megalómanos del PAN del Palacio de Gobierno. Sólo estuvieron dos años en la minigubernatura pero, cómo hicieron daño con la corrupción e inseguridad pública.

El novel e imberbe catedrático con licencia de la Facultad de Ingeniería Mecánica Eléctrica de la UV prometió el oro y el moro con la conquista de la gubernatura de Veracruz, pero una vez sentado en la silla real se olvidó de las promesas, compromisos y ofrecimientos que hizo a los veracruzanos.

En tres años creció la impunidad, la tolerancia, el nepotismo, los dobleces, el jineteo de los dineros públicos y la cerrazón con la sociedad civil y con los partidos de oposición. El diálogo sí, pero sólo con la “burbuja del poder”.

Cada día que pasa de su mediocre sexenio se hace patente la frase “perdón y olvido” -el que pidió AMLO a los colectivos de personas desaparecidas para el crimen organizado-, porque la justicia no ha tocado ni con el pétalo de una rosa a su antecesor Miguel Ángel Yunes Linares, quien dejó también un cochinero en el gobierno de Veracruz.

Hay carpetas de investigación y denuncias contra los peces chicos del bienio panista, a excepción del fiscal general y anticorrupción, pero los peces gordos y el propio exgóber panista gozan de una aureola de protección de las férulas u omisión de los altos círculos de la procuración de justicia al grado que se pasean en las propias narices del gobernador morenista.

Tres años de haber llegado a la cima del poder público, tres años de haber derrotado a los gigantes del aparato electoral en Veracruz, tres años de construir un nuevo intríngulis político, pero también tres años de ofrecimientos vanos, de cultivar la demagogia y levantar un estado autoritario.

El estado autoritario, que en su tiempo cultivaron intelectuales como Maximiliano o Maximilien Robespierre (en la Francia del siglo XVII), está comprobado que su misión fue efímera, un espejismo insostenible y condenado al fracaso.

Bastaron tres años para exhibir las flaquezas, los errores y horrores de Cuitláhuac García. Sus promesas de llevar a la cárcel a los saqueadores o depredadores del erario público, a los cómplices aviesos del crimen organizado y de empresas fachada, han sido un verdadero fracasó, una pantomina  que han ido cayendo en el terreno de la causalidad.

El discurso oficial que el tlatoani de Veracruz ha dicho con singular alegría y cinismo no es igual al de sus antecesores, pero hay la evidencia y el sospechisismo de que es peor por simular que toda “la fuerza del Estado” está tras las tropelías de los exgobernadores Javier Duarte y su cofradía (pandilla) y de Miguel Ángel Yunes Linares (2016/18).

Duarte está en el penal y sentenciado por delitos del orden federal, pero hay una carpeta extensa en su contra y sus amanuenses por la desviación de 55 mil millones de pesos avalados por la ASF y la FGR; más otras carpetas que la Fiscalía General del Estado mantiene en el limbo suspicazmente.

Curiosamente, las carpetas que obran en contra del exgobierno de Miguel Ángel Yunes, todas están dirigidas a los extitulares de cada dependencia, pero ninguna atañe en forma singular al extitular del Poder Ejecutivo del Estado. Han pasado tres sombríos años y hasta la fecha no se ha recuperado ni un centavo de lo sustraído por los exgobernadores del PRI y del PAN.

¿Hay gato encerrado? Si de algo se ufana la gloriosa y emblemática Universidad Veracruzana, reconocida en la academia mundial, es el egreso de los mejores abogados en diferentes especialidades en el país, que laboran para el gobierno de Veracruz.

Por qué la Fiscalía General y el gobernador, en lugar de mantener sus arrogantes y fútiles reuniones con “la burbuja del poder”, se fajan los pantalones y el vestido para dar a conocer el estado real en que se encuentran las denuncias contra los exmandatarios.

Hasta ahora, en tres años de los claroscuros del gobierno del Ejecutivo estatal, no ha recuperado nada de valor pecuniario o inmobiliario del grave desfalco que causó Duarte y Yunes a las arcas del Gobierno del Estado.

¿No es demasiado tiempo? Resulta desafortunado, por ejemplo, que el secretario de Finanzas y Planeación (Sefiplan), José Luis Franco Lima, le preocupe el costo económico de los litigios que le cuestan a su dependencia -la más agravada de todas las entidades-, en lugar de ponerle mayor énfasis para recuperar el dinero público desviado por una horda de exfuncionarios públicos deshonestos, producto de los impuestos de los contribuyentes.

A tres años de su ungimiento como gobernador de Veracruz, el tercer estado del país con más electores, Cuitláhuac García protagoniza uno de los episodios más sombríos y abominables del país con los affaires Duarte-Yunes, que en su tiempo y coyuntura se podría convertir en un búmeran para su corta carrera política. ¡A menos… que su padre putativo le brinde protección!

En este epílogo, donde el estado de derecho quedó evidenciado por los delincuentes de ‘cuello blanco’ por la falta de transparencia y tortugüismo de la FGR, circula la versión  y la hipótesis de acuerdos en los sótanos del poder público del catequista tabasqueño con Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes, para que los delitos de daño patrimonial queden en la narrativa del “perdón y olvido”.

Este escenario, explicaría la pesada losa legal que decretó la Fiscalía General del Estado para que los avances de la recuperación del millonario desfalco del erario público sea pírrico y magro con los bienes del gobierno de Veracruz. No es descabellado que Duarte y Yunes Linares obtengan un salvoconducto de Palacio Nacional. ¡Sería una perla más del Torquemada tabasqueño! ¡Está claro!

 

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